Contaminación lumínica.
La contaminación lumínica consiste en el brillo del cielo nocturno producido por la mala calidad del alumbrado de nuestras ciudades. Esto significa que enviamos la luz hacia arriba en vez de enviarla hacia el suelo, donde realmente se necesita.
Dedicándonos a iluminar el cielo no sólo derrochamos nuestro dinero sino que abusamos de los recursos naturales, agredimos el hábitat de animales nocturnos y migratorios, y arrebatamos a nuestros hijos la contemplación del cielo estrellado.
Causas
- El uso de luminarias (farolas, proyectores o focos, etc) que, debido a un mal diseño luminotécnico o a una colocación inapropiada, dejan escapar buena parte del flujo luminoso fuera del área que se necesita iluminar.
- Una excesiva iluminación, produce asimismo innecesarias pérdidas de luz por reflexión en el suelo y demás objetos sobre iluminados.
- La falta de sensibilidad de las personas y sobre todo de las entidades responsables es debida principalmente a una falta de información unida al hecho frecuente de que al vivir durante mucho tiempo con este problema, nos hemos acostumbrado a él y ya no lo percibimos como tal.
- Malgasto energético y económico:
La luz no aprovechada, que con frecuencia supera el 25 % llegando en algunos casos a superar el 50 % (farolas tipo globo), también tenemos que pagarla. Nos obliga a usar lámparas de mayor potencia ya que solo estamos utilizando una parte de la misma, perdiéndose el resto innecesariamente.
Este exceso de consumo que deben de suministrar las centrales eléctricas, supone un mayor gasto de combustible y esto trae a consecuencia, una mayor emisión de gases contaminantes a la atmósfera; responsables entre otras cosas del efecto invernadero que está haciendo aumentar la temperatura media de nuestro planeta y de la lluvia ácida que destruye los bosques.
- Deslumbramiento:
La luz que incide directamente desde la lámpara en nuestros ojos tiene una intensidad bastante superior a la que nos llega reflejada por el suelo y por los obstáculos que en él se presenten, haciendo que los veamos peor, ya que la abertura de las pupilas se ha cerrado hasta adaptarse a aquella mayor intensidad luminosa.
Soluciones
- Orientar bien los puntos de iluminación.
- Utilizar sensores de movimiento.
- Usar lámparas poco contaminantes.
- Iluminar solo lo imprescindible.
- Prohibir luces proyectadas al cielo.
- Apagar las luces cuando no las estemos usando.
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